Vilnius, Lituania
Vilnius, Lituania, es una de las ciudades más sorprendentes del país y posiblemente todas las Repúblicas Bálticas. Sus calles son un museo al aire libre de la lucha del pueblo lituano por obtener la independencia de la URSS, pero también del dominio de otras potencias, ya que la ciudad cambió de nacionalidad hasta en 12 ocasiones a lo largo del siglo XX. Todo ello ha dejado huella en una ciudad que le llamará la atención por su colorido, su vida y las muchas peculiaridades que podrá descubrir.
Pero, además, es una de las ciudades más cómodas de visitar. Pocas capitales se parecen más una villa que a una gran urbe, y Vilnius, Lituania, es una de ellas. Desde luego, un recorrido por su casco histórico es una de las primeras cosas que tendrá que hacer.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, a lo largo de sus callejuelas podrá ir deleitándose con la magia que desprende la ciudad, con sus casas pintadas de vivos colores y con los monumentos que irá descubriendo.
La Catedral de Vilnius es un buen punto de partida y de llegada para realizar este paseo. Construida sobre un asentamiento en el que se realizaban ritos paganos, a lo largo de la historia de la ciudad, este templo ha sido profano y utilizado para otros fines que no eran para los que originalmente estaba destinada. Además de su bonito exterior, no deje pasar la oportunidad de ver las obras de arte que se custodian en su interior, entre ellas, el fresco más antiguo de Lituania, que data del siglo XIV.
Aunque es el templo más importante de Vilnius, Lituania, la Catedral no es el único que podrá encontrar en el casco antiguo. Otras iglesias que merece la pena visitar son la de San Pablo, la de Santa Ana, la de Santa Catalina y la de San Francisco.
Otros puntos de interés que hay que ver en Vilnius son el Museo Nacional de Lituania, el Palacio Presidencial o la Antigua Sinagoga. Sin olvidarnos del Museo de las Víctimas del Genocidio, más conocido como “Museo del KGB”, por su dramática histórica, ya que en su interior se realizaron los interrogatorios, torturas e incluso ejecuciones de todos aquellos que se oponían a la pertenencia de Lituania a la URSS. De hecho, antes de entrar en él, los visitantes pisaran un cristal blindado bajo el que se exponen las balas de los verdugos, y objetos personales –zapatos, botones, gafas, ropa- de los asesinados.
Dentro también del casco antiguo, se encuentra el barrio judío, que durante la ocupación nazi fue un gueto, y en el que hoy aún se puede ver cómo la población de la ciudad no ha olvidado los horrores que se cometieron.
Una vez finalizado su paseo por el casco antiguo, una de las atracciones turística que hay que ver en Vilnius es la Torre de Guedimino, símbolo de la ciudad. Ubicado sobre una colina de la ciudad –a la que podrá llegar caminando o en funicular-, forma parte de una antigua fortaleza del siglo XIII. Visible desde cualquier parte de la ciudad, desde ella podrá obtener las mejores vistas panorámicas de Vilnius.
Y, desde luego, uno de los momentos que esperará con más emoción será la visita a la República de Uzupis. Se trata del barrio más bohemio de la ciudad, y sin duda, el más peculiar. Este espacio goza del reconocimiento de república independiente, como se autoproclamó en 1997. Desde entonces tiene su propia constitución, pasaporte, sello e incluso ejército, que está formado por 12 artistas del barrio.
Por último, no puede abandonar Vilnius, Lituania, sin visitar el cementerio Antakalnis, que se sitúa en un hermoso parque. En él están enterrados personajes de destacada relevancia en la historia del país, pero también aquellos que lucharon por la independencia de Lituania.
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