Innsbruck, Austria
Innsbruck, Austria, siempre se ha identificado con un pintoresco pueblo de montaña, con una belleza casi infinita. Hasta hace unos años, esta imagen se debía al entorno que lo envuelve: los maravillosos Alpes, con su infinidad de colores y variedad de paisajes. Sin embargo, Innsbruck es mucho más, su abundante patrimonio, su ambiente universitario, sus numerosos monumentos y puntos de interés le hacen merecedora de una visita en profundidad.
Entre todas las cosas que hay que ver en Innsbruck es el famoso ‘Tejadillo de Oro’, uno de los símbolos indiscutibles de la ciudad. Construido en el siglo XVI por orden de Maximiliano I, este mirador está formado por más de 2.600 tejas de cobre doradas a fuego, que hacen destacar esta fachada por encima del resto de las del barrio gótico, donde se encuentra.
La Catedral de Innsbruck es otro de los lugares que no puede dejar de visitar. Su estilo barroco es maravilloso, y su interior no le decepcionará. Su fachada, que está custodiada por dos torres gemelas, fue dañada durante la II Guerra Mundial, pero aun así conserva todo su esplendor.
Desde allí, sus pasos le deberán llevar a ver otro de los templos que hay que ver en Innsbruck: Hofkirche o iglesia de la Corte. De estilo gótico, su importancia no solo reside en la belleza de su fachada, sino en su interior donde se encuentra el cenotafio de Maximiliano I, el monumento funerario de la época imperial más importante de Europa. Para que se haga una idea de la grandiosidad de este monumento sólo uno datos: el sarcófago está situado en el centro de la iglesia, y sobre él está la escultura del emperador arrodillado. A su alrededor hay 28 estatuas que lo custodian, todos ellos representando a soberanos europeos del siglo XVI como Fernando el Católico y su hija Juana la Loca.
A pocos pasos de Hofkirche se encuentra el Palacio Imperial –Hofburg- otro de los lugares que hay que ver en Innsbruck. Austria imperial se muestra en todo su esplendor en este conjunto palaciego en el que alojaban los emperadores de Austria y los soberanos de Tirol desde el siglo XIII hasta el XX. De estilo rococó, destaca tanto la decoración interior como su patio exterior, que hoy acoge el famoso Festival de Música de Innsbruck en los meses estivales.
Otro de los lugares que no hay que dejar de ver en la ciudad es el Castillo de Ambras. Situado en una colina sobre la ciudad, fue construido sobre un fuerte del siglo X y hoy cuenta con dos zonas claramente diferenciadas: el castillo de arriba y el castillo de abajo. Las dos albergan un museo sobre curiosidades científicas de siglos pasados.
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