Viajar a Estambul
La antigua Constantinopla es un bazar de sorpresas donde los misterios de las ‘Mil y una Noches’ conviven con el ritmo cosmopolita de una gran metrópoli europea.
El circuito por Estambul empieza visitando la Basílica de Santa Sofía, una iglesia del siglo VI donde bajo una enorme cúpula se encuentran algunos de los mejores ejemplos de mosaicos bizantinos del mundo.
Tras pasar por el Hipódromo romano y la Mezquita Azul, obra maestra de la arquitectura otomana decorada con frescos y azulejos de valor incalculable, hay que visitar el Palacio de Topkapi, la lujosa residencia de la familia del sultán de Turquía hasta el siglo XIX cuyos muros se esconde el Harén, la estancia de las mujeres, a las que un sólo tenía acceso el hombre más poderoso, el Sultán.
Uno de los momentos más divertidos de viajar a Estambul tiene lugar durante la vista al Gran Bazar, un laberinto de calles cubiertas que esconden más de 4.000 tiendas rebosantes de fascinantes y exóticos objetos. Mucho más pequeño pero igual de fascinante es el Bazar Egipcio o de las Especias, que ofrece una experiencia única para los amantes de la gastronomía. En ambos mercados hay que demostrar una habilidad especial por el arte del regateo.
Todo viaje a Estambul incluye una excursión a la orilla asiática de la ciudad. Es tan sencillo como cruzar el puente sobre el Bósforo. Una vez en Asia, se visita el Palacio de Beylerbeyi, residencia de verano de la poderosa familia del sultán, y se dedica unos minutos a descansar sobre la colina de Camlica observando el hermoso perfil de Estambul, lleno de esbeltos minaretes y gigantescas cúpulas.
Pero Estambul oferta mucho más: junto al Cuerno de Oro, un brazo de mar que se adentra en el corazón europeo de la ciudad, se visita la Mezquita de Eyup, los frescos y mosaicos de la Iglesia de San Salvador en Chora y el Café de Pierre Loti, uno de los lugares más románticos de este circuito por Estambul y desde cuya terraza se disfrutan de las vistas del Cuerno de Oro.
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