Viajes religiosos a Jordania
Jordania, viajes de turismo religioso e historia se dan la mano. El país, además de ser unas visitas obligadas para conocer algunas de las reliquias arqueológicas mejor conservadas y más impresionantes del mundo, le permitirá hacer un recorrido por algunos de lugares más emblemáticos para distintas religiones. Y, también le permitirá asistir a Eucaristías en iglesias en las que vivirá intensamente la fe.
Una de las primeras ciudades que deberá visitar en Jordania es Jerash o Gerasa. Conocida como la Pompeya de Oriente, aún guarda verdaderos tesoros de su pasado romano, como el Templo de Zeus, el Arco de Adriano, el Foro, el Teatro del Sur –del siglo I y con capacidad de albergar hasta 5.000 espectadores- y el espectacular Templo de Artemisa.
Otra de las ciudades que tiene que visitar es Madaba. Aunque más que ciudad, Madaba es pueblo mundialmente conocido por sus mosaicos bizantinos. De hecho, en la iglesia ortodoxa de San Jorge se puede ver un enorme mapa realizado con mosaicos. Esta magnífica obra de arte es, además, la representación geográfica más antigua de lo que hoy conocemos como Oriente Próximo.
En Madaba, además de visitar esta impresionante iglesia, no puede dejar de acercarse a conocer otras maravillas como las iglesias de la Virgen y la del profeta Elías, y el templo de Hipólito.
El Monte Nebo es un lugar único en Jordania. Viajes que le permitirán obtener unas vistas únicas del valle del Jordán y del mar Muerto, y que además son las mismas que divisó Moisés cuando se le rebeló la Tierra Prometida. Un lugar, sin dudas, con un especial significado para el judaísmo y el cristianismo.
Uno de los lugares más mágicos que hay que ver en Jordania es Petra. Esta ciudad, que parece surgir entre las montañas, es el principal conjunto arqueológico del mundo. Su belleza es indiscutible y el misterio parece envolverla. De hecho, Petra solo es accesible atravesando un estrecho camino cavado en la roca, que le dará paso a la deslumbrante ciudad en la que se conservan más de 800 monumentos de una riqueza cultural y arquitectónica difícil de imaginar. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, en este conjunto arqueológico no puede perderse el edificio conocido como El Tesoro, el Monasterio y el Teatro y el templo de los Leones Alados. Pasee entre las ruinas y déjese trasportar hasta la época de los nabateos.
Jordania también ofrece un lugar único en el que relajarse y disfrutar, si se desea, de tratamientos terapéuticos: el mar Muerto. Es el punto más bajo de la tierra, sus aguas tienen propiedades distintas a las de cualquier otro, entre ellas, su salinidad, seis superior a la de los océanos. Esa característica, más el hecho de son ricas en minerales, han hecho que a sus aguas se le hayan atribuido propiedades terapéuticas desde hace 2.000 años.
Tras relajarse en las cálidas aguas del mar Muerto, no deje pasar la oportunidad de visitas la Colina de Elías y el lugar del Bautismo donde Juan bautizó a Jesús. Desde luego, uno de los lugares sagrados que tiene una gran importancia y relevancia para cualquier cristiano.
En la Biblia, el libro sagrado del cristianismo, se hacen referencia a varias de las ciudades de Jordania. Viajar hasta ellas le permitirá conocer un poco más la historia del judaísmo y el cristianismo. Por ejemplo, la actual Umm ar-Rasas, mencionada en el libro sagrado como Mefaat, fue una de las ciudades moabitas contra las que profetizó Jeremías. Posteriormente fue base de los romanos y más tarde ciudad bizantina y omeya. En el interior de la ciudad hoy se pueden ver los muros de hasta cuatro iglesias del siglo VI, y en la bonita iglesia de San Esteban, que data del siglo VIII, se puede ver hoy un impresionante mosaico con imágenes de ciudades de Palestina, Jordania y Egipto.
Otras ciudades muy vinculadas al desarrollo de la religión son Umm Qays, donde su principal atractivo son los teatros de asientos de basalto negro; y Pella, que fue la ciudad que acogió a algunos de los cristianos que huyeron de la destrucción de Jerusalén por parte de los romanos. Esta última ciudad llegó a tener mucha importancia en la organización de la Iglesia Católica, ya que se convirtió en sede episcopal y sus obispos asistían a los consejos ecuménicos de la Iglesia.