Isla de Khizi
La isla de Kizhi es uno de los lugares más famosos de Rusia, en donde uno se puede sumergir en lo más profundo de la tradición rústica del país a través de sus edificios, catalogados por la Unsesco como Patrimonio de la Humanidad.
Esta isla del lago Onega alberga alguno de los mayores tesoros arquitectónicos del país. El perfecto ejemplo lo constituyen las dos iglesias de madera que se levantan en esta isla y que suponen una de las visitas imprescindibles cuando se realiza un crucero a través del río Volga.
La Iglesia de la Transfiguración, del siglo XVIII, es el mayor de estos templos. Sus 37 metros de altura y sus 22 cúpulas doradas, que parecen sacadas de un sueño, suponen una delicia para los ojos. Pero aún sorprende más saber que en su construcción no se usó un solo clavo.
De hecho, según la leyenda, Néstor, el maestro carpintero que efectuó la obra, al terminar el templo arrojó su hacha a las aguas del Onega diciendo: "¡No la hubo, y no habrá otra iglesia como esta!". Contemplando este espectacular edificio, quizás coincida en que no le faltaba razón.
En la Isla de Kizhi, la Iglesia de la Transfiguración comparte protagonismo con la Iglesia del manto de la Virgen. También realizado en madera sin el uso de clavos, poco tiene que envidiar este templo a su vecino, aunque sea más pequeño. Sin embargo, su tamaño puede suponer una ventaja para los parroquianos en invierno, ya que el calor se aprovecha bastante mejor en espacios pequeños.
Entre ambas iglesias destaca un campanario, también realizado en madera y con una curiosa forma octogonal. Aunque esta construcción sea más nueva que las dos iglesias anteriores -del siglo XIX-, no cabe duda que también se trata de una de las maravillas más increíbles de la isla.
No lejos de este impresionante conjunto arquitectónico, que bien valdría la visita, también podrá encontrar la Iglesia de San Lázaro. Se trata del templo de madera más antiguo de toda Rusia, que fue erigido en el cercano Monasterio de Múromsky y trasladado durante la época soviética a la isla de Kizhi para convertir la ínsula en un museo al aire libre.
Además de estos grandiosos edificios, a lo largo de la Isla de Kizhi encontrará muchas pequeñas casitas, también de madera, cuyo encanto no se encuentra en su majestad, si no en lo sencillo y tradicional de su arquitectura, usada por los campesinos de la comarca desde hace siglos. En su interior encontrará expuestos utensilios tradicionales de distintas épocas que narran el día a día de las gentes de la zona. Una visita interesante que le permitirá comprender la vida cotidiana de los rusos a lo largo de su historia.
El conjunto arquitectónico de edificios de madera que se haya en la Isla de Kizhi es una auténtica maravilla de la arquitectura tradicional rusa, y uno de los lugares imprescindibles para visitar si se quiere indagar en las costumbres y descubrir la faceta más rústica de este país.
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